20 julio, 2011

OLLA FÉRTIL


No vengas vos acá a pisarme las estrellas,
por más que entres descalzo.



Aquél, con su imponente cabeza de astronauta,
terminó por confesarme que había sido durante años
el auténtico prestidigitador del Insomnio colectivo.




Un pequeño bicho que ni siquiera alcanzo a ver,
permite que yo desempeñe mis cometidos sin interferir con ellos.




Una de las palabras que empujaste hizo que de repente
una aguja tuya
pinchada en el tiempo
funcionando
se hiciera muy factible.




Creo inverosímil que él pueda hacer algo soslayadamente
para sorprender al problemático doctor Azar.





El cableado interno del sacro entró en corto
y saltaron todos mis animales.




Los guardianes del infierno
cubriremos al recinto con placas antireverberantes,
para que no escuchen nada los de afuera.




una nueva generación del output
emerge por obra y gracia de la mente en blanco.




Tres de las más bellas hormigas
han peregrinado hasta aquí
sólo para conocer sus nombres propios.




Los informantes de baldosas flojas conectan a la urbe
de mil maneras encubiertas.




Confío en que vos con tus flores
vas a ordenar la lógica belleza de tal acontecimiento.




Ésta que ves
es la forma cruda de mi cuerpo.




Pero es que vos nunca me dejaste ver esa cajita de paisaje
que ponés siempre debajo de la almohada.





Los cómodos mapas que desplegaste en el ártico
confunden mi dirección al salir de allí.




Asisto a una fiesta de disfraces
en el bosque instantáneo
cuando recibo un signo de alerta
que dice que te gusto.




En este mar de fulguraciones narcisistas te digo te amo.





Cuando la pintura seque,
tu cabeza de témpera
ya no tendrá necesidad de acomodarse a las oscilaciones del pincel.





Aquél escozor que te recorrió habría sido, genuinamente, el aliento del diablo
que últimamente no hace más que tímidas apariciones en fábulas de bolsillo.





La cholita azota a la azafata con su descomunal trenza.
la cholita aplasta a la azafata con una bolsa de mandioca.
la cholita conoce al hombre de su vida sobre la bolsa de mandioca.
el hombre de su vida es muy pesado sobre la bolsa de mandioca.
el hombre de su vida y la cholita comen juntos puré de azafata hecho por la trenza de
mandioca.





El bioquímico inventor original de las mareas, ya pronto a morir en el olvido,
despierta del largo sueño inducido por la zonda
confundiendo el camino para regresar a su ciénaga.





Sé que algunos rulemanes ya no están para estos trotes...
de todas maneras, no viene al caso felicitar
a los que han funcionado bien hasta aquí...
Pues felicitar a los rulemanes sería cosa de duendes.






Declaro que a partir de esta línea amarilla hacia mi izquierda,
todos ustedes recibirán el mismo diagnóstico.





Percibo ahí una sombra doblemente ennegrecida
por la yuxtaposición de dos cuerpos que no se aman.





Si los pasajeros te tornan balbuceantes
y recurren a la higuera a la espera de frutas inmediatas,
entonces quiere decir que estamos yendo demasiado rápido.





Bajo el microscopio se observan en el huevo unos filamentos muy minúsculos,
que no obstante de acá a la china los llamarían pelos.





El último dinosaurio cae desplomado,
un fuego sin aire lo borra del plano.





El duende ojeroso del monitor
me acaricia el pelo
cuando me siento solo.




El gato esconde su quinta pata
sólo ante la presencia de los incautos.





Sobrepasando el escozor más álgido
podremos sentir sus caricias
redobladas
un instante.





Siento dolor al pellizcarme,
luego existo.





Por la calle un hombre me pide la hora hablando en esperanto,
como no le entiendo,le doy una moneda.





Ella hunde los dedos en el piano
hasta que salgan embarrados,
para hacerle frente a la soledad
inducida por el viento.




Al doblar a la esquina,
el encuentro súbito con un imán enorme
hizo que me diera cuenta de porqué yo estaba yendo para ese lado.




En la luna tengo cáncer,
volveré y seré millones.




Si al señor Abel le quitáramos el cerebro para transplantárselo al señor Caín,
no concluiríamos que Caín ha recibido un cerebro nuevo,
sino más bien, que Abel ha recibido un cuerpo nuevo.





Del vendaje todavía anudado a la pierna emerge un musgo borroso.




En plutón me cago de frío,
en tu casa me siento solo.





Aquí voy a presentar, para todos ustedes,
una versión moderada de lo que es una hormiga.





Te pido por favor que no salpiques
la mejor parte de la película con sangre de verdad.





Tengo ciento doce hermanitos
que se mueven como pochoclos
alrededor de un foco de sesenta watts.





Un súbito estertor, que ha carecido del azar como cómplice,
ocurriría entre todas las posibilidades inexorables.





El robot tenía una cara tan inexpresiva
que no le servía para convencer a la gente del subte
de que verdaderamente sus hijos se morían de hambre.




Mi cuerpo ignora qué tan loco estoy.




El tonto caniche que tomamos por esposa
se entusiasma ante cada latido
de nuestra jerigonza crucigrama.




Las dos manos -actuando bajo la lógica de la mutua ingestión-
despliegan ademanes imposibles de interpretar.




¡Putiémos al monstruo!
¡Recontraputiémoslo de arribabajo
hasta que deje de perseguirnos!




Desoigamos
los gritos de las parturientas
y vayamos al recital
de todos tus muertos.




Sonaron las campanas de la iglesia
y cuatro perros de Pavlov
acudieron rápidamente
entre los cientos de fieles
a comerse la hostia.





El único astro
que sabe todo lo que me sucederá
está demasiado lejos.





Los clavos de un ataúd aflojándose súbitamente
desde adentro hacia afuera.




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